[Carta de la editora mayo 2003]
La noticia del embarazo de mi tercer hijo nos tomó muy de sorpresa. Ninguno de mis primeros dos hijos fueron planificados, llegaron antes de lo originalmente planeado. Pero este último no estaba ni en los planes, incluso estábamos en proceso de “cerrar fábrica”.
Aún sabiendo que nuestros hijos nos escogen y llegan cuando tienen que llegar, la idea de un tercero me abrumaba. Los meses pasaron y a pesar de que mi barriga crecía rápidamente, envuelta en el trabajo y los proyectos que teníamos, no lograba conectar con la idea de que iba a ser mamá denuevo. Sabía que mis sentimientos serían absorbidos por el niño que llevaba en mi vientre y era hora de trabajar con mis rollos (que no sabía realmente cuales eran…quizás el miedo a otro bebé tan demanding como el anterior) y dar de una vez por todas la bienvenida oficial a ese ser que me había escogido. Lo menos que quería era traer al mundo a un ser que se sintiera rechazado desde el vientre. Los últimos meses habían sido tan ajetreados que hasta me había desconectado de mí misma. Entonces, ¿cómo conectar con aquel ser que habitaba en mí si no me podía conectar conmigo misma?
Fue entonces que para mi #MotherBlessing se me ocurrió pedirle a nuestra gran a
migo chamán @EnriqueCárdenas que me hiciera una de sus
ceremonias para unir a nuestras almas, como aquella que nos hizo el día de nuestra boda. Sabía que sería muy especial y espiritual. y así fue.
Finalmente pude silenciar el chachareo de mi mente y pude escuchar mi voz interior, la madre, y la voz de aquel que crecía dentro de mi que me decía que no me preocupara pues él entendía que todo lo que estaba atravesando era parte de nuestro proceso. A la hora de hacer nuestro brazalete de bendiciones, todos coincidieron en lo mismo, aquel que pronto nacería traería paz, balance y un nuevo significado a mi vida.
Me preparé para la gran llegada. Terminé todas mis tareas [y unas cuantas más] a tiempo. Mi cuerpo me había estado enviando señales todo el embarazo que nos hacían pensar que este parto sería aun más fácil qu
e el anterior. Me enteré que estaba ya lista en un chequeo rutinario. Entonces preparamos nuestro hogar y creamos el escenario que deseaba para la gran llegada. Continuaba dilatando sin señales de contracciones. Caminé y caminé toda la noche. S
quats, headstands…no me podía estar quieta. Luego me refugié a escuchar el CD Eternal Om de @yogiharisashram, visualizando al niño bajar y a medida que cada nota aumentaba visualizaba que así se estiraba mi cuerpo preparándose para dar
paso a esa nueva vida. Llegué a los ocho centímetros y cada vez me sentía más confiada que sería un parto facilito.
Se comenzó a asomar el sol y con ese primer rayo de luz llegaron las contracciones. Mi rayo de luz, significado en sánscrito del nombre Kiran que le escogimos, estaba listo para nacer. Luego de varias horas de intensa labor fui perdiendo la esperanza. El cansancio me cayó como resultado de una noche entera caminando y buscando maneras de acelerar el proceso, provocando el que sintiera aún más fuerte las contracciones y con menos fuerza para soportarlas. En un momento dado pensé que no podría lograrlo esta vez. Entraba y salía del agua buscando alivio, caminaba la casa entera buscando donde acomodarme, probé todas las posiciones que enseñaban en los libros. ¡NO PUEDO! Grité con ganas de llorar pero la confianza con la que mi hijita Andrea, mi querido esposo, mi partera y mi cuñada @tuchefrebecca me decían: “Tú sí puedes” eran la gasolina que necesitaba para continuar.
Ya cansada me tiré en mi cama. Miraba a mi alrededor y todo era como una película. Miraba a cada uno de los presentes y en cada uno de ellos encontraba un nuevo significado. Luis como un buen entrenador de atleta alentándome con toda su confianza. En sus ojos veía las ansias por la llegada de su segundo hijo. Sus bellos ojos me dejaban saber cuan cerca estaba su llegada. Andrea, a sus 9 años, absorbía una vez más la experiencia, había ya presenciado el nacimiento de su primer hermano. En sus ojos no había miedo, solo la confianza que una vez más yo podía hacerlo. En silencio me tomaba de la mano como si supiera que eso valía mas que mil palabras. Buscaba en mi partera Debbie la certeza de que todo estaba bien. Ella sonreía y yo me relajaba. Pero cada contracción venía cada vez mas fuerte, poniendo a prueba mi control. De repente sentí que alguien me llamaba. Miré hacia mi lado y estaba me encontré con la foto de Jesus en el pequeño altar que había preparado en mi mesa de noche para el parto. Su tierna mirada me recordó por qué vino al mundo. Yo no tenía que dar la vida como él, solo tenía que dar lo mejor de mí, toda mi fuerza para traer al mundo a esta nueva vida.
Creo que en ese momento Luis se dio cuenta que estaba a punto de rendirme y tomó el control. A diferencia del parto de Giancarlo donde tenía dos parteras y una doula, un super team coacheándome durante todo el proceso, en esta ocasión tenía una partera cuya filosofía era que ella estaba allí para monitorear salud porque innatamente la madre sabe lo que hacer. Entonces se puso los guantes y pidió ayuda para agarrar mis piernas pues recordaba cómo había parido la vez anterior. Y en una contracción más nació nuestro rayo de luz, Kiran. Y de repente por un momento desapareció todo dolor, solo sentía una inmensa alegría y admiración. Sí, admiración porque es de mujeres valerosas atrevernos a dejar a la naturaleza manifestarse, a confiar en nuestra capacidad de traer al mundo a nuestros hijos, como lo hicieron tantas y tantas mujeres a través de los siglos, porque al final, its the way it was meant to be. Y admiración porque no podía creer que aquel bebote casi criado, de nueve libras y media había salido de dentro de mí.
Hoy me refugio en él para disfrutar del silencio, para sentir esa paz profunda que irradia su ser. Sus ojos tornasoles son una dosis de armonía y tranquilidad. En los momentos íntimos cuando nos miramos a los ojos, nuestras almas se abrazan. Le doy gracias por existir y por llegar a mi vida. ¡Cada día lo amo más!
Nadie puede decir que dar a luz naturalmente es fácil pero es una gran satisfacción. No tienes que al igual que yo parir en tu casa pero tú tienes el derecho de decidir como quieres que sea tu parto. Edúcate. Averigua los efectos en tu bebé de esas drogas que “te ayudan a sentirte mejor” antes de optar por ellas. Crea un plan. Busca un profesional que respete tus decisiones. Escoge tu equipo, uno que se encargue de que se cumplan todos tus deseos, que no vayan a flaquear cuando te vean en dolor. En el medio del dolor muchas veces se opta por el camino más fácil y luego cuando se sale del “lala land” del parto vienen las depresiones post parto por no haber cumplido nuestros deseos. Ejercítate, aliméntate bien, no sólo por el bebé que crece en tu vientre sino por tu bienestar, practica yoga que te va a ayudar un montón, conéctate contigo misma y con ese bebé que crece dentro de ti y verás que bien te sentirás.